Según ha revelado el crítico Peter Travers en su blog, la legendaria cinefilia de Scorsese ha dicho ‘basta’ hasta el punto de que el autor de Taxi Driver ya no va al cine a ver películas en pantalla grande.
El motivo: un vicio muy común en las salas de hoy en día, y en el que es probable que tú mismo hayas caído alguna vez.
“Una vez, hablando con Scorsese, le pregunté al maestro por qué ya no va al cine”, comienza Travers.
“Él se me puso como un toro salvaje hablando de la gente que parlotea con el móvil durante la película, se levanta para comprar aperitivos y refrescos y hace el ruido suficiente como para que no se oiga a los actores”.
¿Te suena semejante cuadro? Seguro que sí. Pese a la triste realidad, sin embargo, Pete Travers intentó levantar el ánimo de su amigo cineasta.
“Vamos, Marty -le dije-. Cuando éramos jóvenes nosotros tampoco manteníamos la boca cerrada’.
Sus ojos se pusieron tristes. ‘Bueno, a lo mejor -respondió-. Pero cuando hablábamos era para comentar la película y pasarlo bien desmenuzando los detalles”.
Está claro que Scorsese puede llorar por un ojo: como corresponde a una institución del cine, el director cuenta con una sala de proyección privada en su casa.
Aun así, resulta natural compadecerle al ver cómo le falta estómago para acercarse a salas cada vez más ruidosas, algo animado en EE UU por fenómenos como el que ha provocado Una película de Minecraft.
¿Estamos ante un proceso sin vuelta atrás, o Marty podrá volver algún día a arrellanarse en una butaca?